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Esto no es una reseña. Es un desahogo.

  • Foto del escritor: Sergio Gramajo
    Sergio Gramajo
  • 14 mar
  • 4 Min. de lectura

Sergio Gramajo lee y comenta Raúl, la primera novela de Camilo de Cabo, recientemente publicada por editorial La Crujía.




Como un forastero de esos que se la banca en las películas de cowboys, la narrativa de esta novela entra de una patada a la cantina y deja las hojas de la puerta batwing pataleando. A lo mejor, usar un ejemplo del western para empezar a decir algo sobre la novela de Camilo de Cabo, es menos atinado que si hubiese usado un ejemplo de vampiros o gárgolas. Pero lo primero que se me viene a la cabeza si pienso en Raúl, su novela recién salidita del horno de la mano de la editorial La Crujía, es una patada de esas. Porque posee una voz que nada tiene que envidiarle a la de De Luca o a la de Bazterrica, por poner dos ejemplos bien actuales y superlativos, y que también me llevan a pensar en ese tipo de cosas.


Creo que Raúl goza de muy buena salud y tiene para rato en la literatura argentina. “Córranse que llegó Camilo De Cabo” sería un buen título de lanzamiento de la novela que cuenta con un trabajo narrativo más que prolijo, minucioso. Una historia circular. Para ser más explícito: si estuviera en un bar con un amigo o una amiga y tendría que decir algo sobre esta historia, lo resumiría con el clásico “no, te caés de culo con la historia”. Un narrador visceral y tierno por momentos. Poético:


Besé los labios que dejaste. Estaban solo un poco más fríos que los míos.”

Si bien es una novela de género, y uno podría pensar de antemano “listo, me quedé afuera”, porque capaz es un género que por lo general no te atrapa; con Raúl vemos una historia de un pibe común y corriente, en un lugar común y corriente, en un tiempo común y corriente, y como esa historia, ese pibe, ese lugar y ese tiempo, no son otros que un porteño de clase media en Buenos Aires en los años 90´. Es decir, es una novela costumbrista, y es difícil no verse identificado, o no encontrar algo de esa simbología cultural de la que se nutre Camilo para usar como recurso de su narrativa, que te lleve a sentirte parte de este universo.


Creo que hay varios subtítulos por dónde encarar un análisis de Raúl: el primero podría ser, suena obvio, el género. Pero por supuesto nos quedaríamos cortos y no le haríamos justicia. O por lo menos la que merece.


Siempre pensé o, mejor dicho, siempre me pasa, que ante una obra de terror mientras menos sangre se vea, más terrorífico me parece todo. No tengo una explicación técnica o teórica. Por ejemplo, El orfanato, la peli española, me pareció una muy buena película y que, si el fin era asustar, al menos conmigo lo logró. Y solo hay una gota de sangre. En un dedo. En toda la película.


Con la novela de Camilo me pasó algo similar. Hay poca sangre. Porque no es la violencia el tema. Aunque la hay. Pero no es el tema. El tema es la presencia. En muchos tramos de la historia, ni siquiera la presencia, sino el miedo del personaje-narrador por la posible presencia. Ahí hay otro punto de empatía: el miedo que siente ese personaje-narrador, lo comparte con nosotros, lectores. Entonces: no hay sangre. Hay miedo.


Otra punta por donde entrarle podría ser el tema de la salud mental. Y me surge rápidamente la pregunta ¿Cómo abordan las instituciones de salud mental a las niñeces? Lo “progre” de la pregunta no le resta importancia. ¿Y el Estado? ¿Qué onda?


Esto lo pienso por la actitud de rechazo, vamos a decir, del personaje hacia Faggiani, y no puedo decir más para no spoilear.


Por último, varios temas que voy a meter en la misma bolsa: lo mundano y la vida, la soledad, el amor, el desamor, la relación (o las relaciones) con los padres, la amistad. Y algo que le escuché decir al autor en una entrevista y que me dejó pensando, porque coincido en absoluto:


“Tené cuidado a quién le rompés el corazón”.

Lean Raúl.

No se van a arrepentir.   



CAMILO DE CABO


Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación, periodista, guionista, realizador cinematográfico y escritor. Trabaja en medios gráficos y online desde hace casi veinte años, y haciendo películas y series desde hace más de una década. Co-escribió Kryptonita (2015) -la adaptación a la pantalla grande de la novela homónima de Leonardo Oyola-, su secuela televisiva Nafta Súper (2016) y el film de terror Bienvenidos al Infierno (2021), a la vez que co-produjo y co-dirigió el documental Un Millón de Zombies: La Historia de Plaga Zombie (2022). Escribe narrativa desde que tiene uso de razón. Raúl, su primera novela, acaba de salir publicada por editorial La Crujía.

 

SERGIO GRAMAJO

Es actor, narrador, poeta y profesor de literatura.

Trabajó como ayudante de zapatero, limpiador de zanjas y patios, cortador de pasto, mandadero profesional, cargador de caca de gallina en camiones con doble acoplado, futbolista asalariado en campeonatos de la comunidad paraguaya de Laferrere, personal trainer, chef, repositor, niñero, asistente de dirección cinematográfica, profesor particular de latín y dibujo técnico, funcionario público, vendedor de hamburguesas vegetarianas, reparador de armas de fuego, ayudante de albañil, redactor de cartas de amor por encargo, consultor, cartonero, falsificador de documentos y portero de edificio, entre otras ocupaciones menos nobles.

Autor de la novela Talón rajado y de los libros de poesía El Oficio de los Monstruos, Tiempo Marginal, y Veredas. La editorial La máquina eterna acaba de publicar su último libro Si fuera niño escribiría poesía, también de poesía.

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