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Pedro Lemebel: poesía fuera de sí. Una lectura de Melisa Haro

  • Foto del escritor: Melisa Haro
    Melisa Haro
  • 10 ago
  • 7 Min. de lectura

En plena dictadura chilena, cuando era necesario resistir, el artista Pedro Lemebel puso su cuerpo, su poesía fuera de sí.

En estos tiempos tan oscuros, La Lechiguana considera que es necesario recordar el poder del arte y a los artistas que no se quedan ni se quedaron callados. Por eso, hoy, Melisa Haro nos trae una lectura sobre la literatura éxtima de esta figura tan emblemática de Chile.



Pedro Lemebel (1952 – 2015)
Pedro Lemebel (1952 – 2015)

El manifiesto que el artista Pedro Lemebel leyó como intervención en un acto político del Partido Comunista en septiembre de 1986, en Santiago de Chile, constituye en primer lugar, una acción inscripta en la praxis política y, en segundo lugar, un objeto estético disruptivo. La combinación de ambas esferas en el exacto momento de la lectura pública (éxtima) rompe la autonomía literaria y produce un temblor en las contradicciones de la lucha de clases, las agudiza, ya que cuestiona, en parte, los cimientos de la oposición más consolidada y legitimada de la burguesía. Nuestro autor enfrenta sin dilaciones, sin mediaciones, sin especulaciones al Partido Comunista poniendo en jaque la autoproclamación de aquel como vocero de la desigualdad. Y en este enfrentamiento nuestro autor responde a la pregunta de Spivak “¿Puede hablar el subalterno?” sin dejar dudas acerca de la respuesta. Lemebel rompió la negación de la representación o la representación de la negación por parte de los comunistas para construir una línea de fuga desde la diferencia: “No necesito disfraz/ Aquí está mi cara/ Hablo por mi diferencia”.


“Lemebel jeringa” (Álvaro Hoppe)
“Lemebel jeringa” (Álvaro Hoppe)

La literatura de Lemebel (manifiesto/poema, crónica, cuento o novela) tiene un componente autobiográfico, un trabajo del yo y reminiscencias de vivencia personal que permiten vincularlo con las expresiones artísticas (y políticas) de la década del ´70 en Brasil y Argentina, enmarcadas en el movimiento socio cultural denominado desbunde, difundido y promovido por el poeta argentino, Néstor Perlongher, exiliado en Brasil en 1981. Según la escritora y periodista Cecilia Palmeiro, el trabajo de Perlongher se encuentra vinculado, fundamentalmente, a una política de la diferencia más que a una política de la identidad, en el que “(…) propuso un nuevo terreno de experimentación estética a través de la politización del cuerpo como instancia (arma) revolucionaria” (2011:12). En este sentido, el manifiesto que Lemebel lee en el mitín del PC constituye una politización del cuerpo y de la voz para develar las razones de un posible sujeto revolucionario atravesado por la doble opresión del capitalismo y el patriarcado: “Pero no me hable del proletariado/Porque ser pobre y maricón es peor”.


Posible, en tanto asume o no su pertenencia de clase; sujeto revolucionario, en tanto asume las diferencias culturales en la desigualdad social y las incorpora como trinchera de lucha. Señala Palmeiro:

 

"Y fue precisamente en estos procesos múltiples de politización de lo cotidiano en la experimentación estética, y permeada por los discursos libertarios y radicales de la época, que la sexualidad pasó entonces al primer plano. Una operación que, en este punto, renovó el lenguaje político al llevarlo hacia el territorio de esa experiencia cotidiana: el cuerpo". (2011:100).

 

Lemebel es un artista, militante y vanguardista de la praxis política puesto que construye su archivo literario a partir de las experiencias individuales: “Es un padre que te odia/Porque al hijo se le dobla la patita/Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro/Envejecidas de limpieza”, atravesadas estas por una subjetividad fuertemente cargada de sentido. El estilo explícito de escritura del autor habilita al lector/espectador la identificación de las condiciones de producción de la obra (en este sentido, encontramos cierto aspecto pedagógico en el qué y cómo decir) y, al mismo tiempo, posibilita una construcción vivencial de consciencia del yo y del otro, que hace implotar la función literaria en los esquemas institucionales, sacudiendo al canon:

 

Que si me llaman voy, me dije, a pasar una noche con los chicos del cambio, a leer mis letras sucias y a cantar con ellos las mismas canciones de la rebeldía, con o sin causa, da lo mismo, pura pasión, puro deseo, y eso es lo único que queda cuando las ideologías están al servicio del poder de turno.

 

En este fragmento de una de sus crónicas “Noche de toma en la U. de Chile (o “me gustan los estudiantes”)”, convergen la exaltación del presente como único momento histórico posibilitador de cambio, la fuerte inscripción del yo como autor, productor y personaje, en tanto que, como señala Clelia Inés Moure en su Tesis doctoral sobre Lemebel: “Un sujeto de conocimiento ajeno a la voluntad, al dolor, al tiempo (ajeno al deseo como fuerza social) no será nunca el sujeto de un saber.” (2014:435); y nuevamente la denuncia a la política institucional. Continúa Moure:


“Lemebel denuncia las connotaciones continuistas de los gobiernos de la Concertación con respecto al régimen dictatorial y la complicidad con su amnistía.” (2014:433).

“Las dos Fridas”, obra emblemática de la agrupación Yeguas del Apocalipsis.
“Las dos Fridas”, obra emblemática de la agrupación Yeguas del Apocalipsis.

Por otro lado, también descubrimos en Lemebel el pasaje de la macropolítica a la micropolítica, al cuerpo y a la performance[1], la confirmación de una literatura que se sale de sí. Explora líneas de fuga propias de una poesía de vanguardia, profundizando vetas estéticas intimistas que no olvidan el contexto que las deglute. En la crónica “Corpus Christi (o “la noche de los alacranes”)”, el escritor reconstruye uno de los hechos conocidos más aberrantes de la última dictadura cívico eclesiástica militar chilena, denominado “Operación Albania”. La acción micropolítica del “relato clandestino” nos dibuja en la escena, nos obliga a mirar, a observar, a formar parte del grito o del silencio, frente a “la parapléjica contorsión de los doce cuerpos”. Nos adentra, luego, en una ráfaga de imágenes visuales que nos atraviesan como cuchillazos en la espalda


“(…) en la toma por asalto del batallón que entró en las casas como una llamarada tumbando la puerta, quebrando las ventanas, en tropel de perros rabiosos, en jauría de hienas babeantes, en manada de coyotes ciegos por la orden de matar.”

Y, finalmente, el autor nos expulsa de la escena, no sin antes marcarnos a fuego con la presencia indiscutible de la historia, la que cuenta, la contrahegemónica


“(…) descuartizar a balazos cualquier sombra, cualquier figura de hombre, niño o mujer herida, buscando a tientas la puerta trasera.”

 

Lemebel y la virgen de Montserrat (Álvaro Hoppe)
Lemebel y la virgen de Montserrat (Álvaro Hoppe)

En último lugar, podemos pensar la praxis poética lemebeliana en lo que la académica Florencia Garramuño denomina una literatura que trabaja con restos de lo real, haciendo referencia a una lenta transformación del estatuto literario que se ha venido manifestando desde los años setenta, que en las culturas argentina y brasileña puede observarse en algunas experimentaciones radicales que ocurrieron durante la década de 1970, y más pronunciadamente en la de 1980.

 

Garramuño plantea que allí la escritura se niega a la sutura de esos desvíos y elige en cambio, por operaciones diversas, la figuración de esas fracturas, dibujando una continuidad, sin dudas problemática, entre arte y vida. En ese resto, en el rechazo, que es pulsión de vida y pulsión de muerte, destrucción y construcción, Lemebel potencia la vitalidad de su creación:


“Hay tantos niños que van a nacer/Con una alita rota/Y yo quiero que vuelen compañero/Que su revolución/Les dé un pedazo de cielo rojo/Para que puedan volar.” (Manifiesto "Hablo por mi diferencia").

Efectivamente hay un trabajo con el yo, lo autobiográfico y la experiencia personal que provoca una indistinción entre literatura y vida, por lo tanto, como explica Garramuño, tiende a “desauratizar lo literario y sus funciones sublimatorias.” (2009: 17).


 

Palabras finales

Pedro Lemebel construye identidad colectiva a partir de la deconstrucción, de la diseminación de la subjetividad opresora. El Manifiesto comienza primero por la negación, haciendo clara referencia a lo que no es ni le va a permitir a un otro que así lo denomine:


No soy Pasolini pidiendo explicaciones/No soy Ginsberg expulsado de Cuba/No soy un marica disfrazado de poeta”.

Luego, aparece una enfática alusión al sujeto de enunciación:


"Defiendo lo que soy/Y no soy tan raro/Me apesta la injusticia/Y sospecho de esta cueca democrática”.

Más adelante, funda un sujeto colectivo disidente totalmente oprimido (la diferencia):


“¿Qué harán con nosotros compañero?/¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos/con destino a un sidario cubano?/ Nos meterán en algún tren de ninguna parte”.

Sin embargo, más adelante, ese sujeto colectivo irrumpe con más fuerza anunciando ser aquello que falta, ese resto necesario para una nueva sociedad:


“¿No habrá un maricón en alguna esquina/ desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?”.

Finalmente, vuelve al sujeto de la enunciación, al yo autobiográfico pero rearmado en la belleza de la indistinción entre literatura y vida:


Yo no pongo la otra mejilla/Pongo el culo compañero/Y esa es mi venganza.” (las negritas son mías).

De esta manera, en la construcción de una poesía que se sale de sí para derramarse en lo real, salpicar lo excluyente y derretir lo opresivo, Lemebel es capaz de diagramar en un Manifiesto, con ejemplos concretos, hermosas y crudas imágenes visuales, referencias históricas; una identidad colectiva que se erige en la diferencia, en el resto, que es vida y literatura.


Pedro Lemebel (foto: Andrés Canepa)
Pedro Lemebel (foto: Andrés Canepa)

[1] Lemebel formó junto al poeta Francisco Casas el dúo “Las yeguas del apocalipsis”, que irrumpía con distintas intervenciones en exposiciones artísticas y lanzamientos de libros, convirtiéndose en una gran referencia de la contracultura.


Bibliografía

Garramuño, Florencia. La experiencia opaca. Literatura y desencanto. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009.

Lemebel, Pedro. Selección de crónicas y textos.

Palmeiro, Cecilia. “Introducción” y “Poesía marginal. Desbunde y procesos de singularización”,  en Desbunde y felicidad. De la cartonera a Perlongher. Buenos Aires, Título, 2011.

Moure, C. I. (2014). La voz de los cuerpos que callan. Las crónicas de Pedro Lemebel: Entre la literatura y la historia [en línea]. Tesis de posgrado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en:


MELISA HARO

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Profesora de Lengua y Literatura- Instituto Superior Mariano Acosta

Cursando Maestría en Estudios Literarios Latinoamericanos- UNTREF

Diplomada en Educación Sexual Integral- UBA

Docente, feminista, militante y amante de los animales.

Hincha de River Plate.

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