una entrevista de Lean Alba y Paz Solís Durigo a Ana Tauil
Ana Tauil tiene 27 años. Es socióloga e integra NIETES. Es la nieta de Roberto Tauil, desaparecido el 20 de octubre de 1976. Trabajaba en la fábrica química Guarco, de Munro. Militaba en el PRT. Roberto era muy estudioso del derecho laboral. Aquella tenacidad fue clave para que sus compañeros lo eligieran como delegado.
Ana construye los recuerdos de su abuelo a partir de los relatos de su familia. Y con archivos, como los de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires. Hablar de Roberto, cuenta, le da orgullo.
Ana también es muy estudiosa. Forma parte del Observatorio de Crímenes de Estado (OCE) junto a Daniel Feierstein. Y así como las esquirlas del terrorismo de Estado invadieron su familia, ella eligió esta acciones como objeto de estudio. Ahora realiza una maestría en Historia. Y le asigna al archivo un rol central en la búsqueda de la verdad. Le parece clave para dar el debate en un momento en el que el negacionismo retorna al Estado.
En esta entrevista con la Revista La Lechiguana, Ana repasa cómo fue la construcción de NIETES, cuáles son los debates que actualmente los recorren, cómo analizan el discurso negacionista motorizado desde el Estado, cuáles son los debates que entiende que hay que dar en el presente y reflexiona sobre el futuro. Toda alternativa al escenario actual, demanda una posición en torno al devenir: ¿Cuál es el futuro por el cual NIETES pone el cuerpo?
La Lechiguana: ¿Qué trae esta generación en materia de luchas? ¿Cuáles son las rupturas y las continuidades?
Ana: Tenemos una historia que es más larga que los 70’. Para comprender el presente ya no solamente nos tenemos que remitir a los 70’, sino también a todo el proceso posterior.
La memoria puede ocuparse también de esa tarea que es traer al presente todos esos procesos de lucha para pensar las problemáticas actuales. Nuestra tarea ya no tiene tanto que ver con, por ejemplo, los juicios (que si bien se siguen haciendo, fue una demanda en los 90’). Hoy los tenemos que sostener obviamente porque siempre se quiere ir atrás. Pero nuestra demanda hoy tiene que ver con luchas actuales, con las problemáticas actuales de las juventudes.
La agrupación se forma en 2019, en un momento en el que la retórica neoliberal retorna, de persecución a distintas formas a la memoria y de mayor presencia en las calles de las luchas populares. ¿Cómo fue esa gestación?
NIETES se conforma en 2019, en la ciudad de La Plata. Estaba integrada por un grupo de compañeros y de compañeras que eran hijos de HIJOS. Entonces, se conocían desde muy chiquitos. Habían participado de distintas actividades de Derechos Humanos.
Ese grupo sería el grupo fundador de esta última conformación, porque antes habían habido otros intentos de armar NIETES como espacio de militancia, pero se iban desarmando. Este último, que se conserva hace cuatro años, tiene ese primer momento en La Plata.
Cuando se estaba gestando una actividad, cae la pandemia. Y lo que genera la pandemia es la posibilidad de pensar el espacio a nivel nacional.
Fue muy loco porque fue un espacio que se creó nacionalmente y funcionó así durante la pandemia (2020, 2021). Habían confluido muchas cosas para que eso sucediera. Por ejemplo, previamente se había iniciado un proyecto audiovisual para todo el país con una convocatoria colaborativa con la idea de contar con nietes de todas partes.
Después de esto, en 2022 nos planteamos territorializarnos. Regionalizarnos. Entonces, empezamos a armar grupos. Yo ahí iba a armar Zona Norte y de repente todos mis compañeros eran de Capital. Así que armamos CABA. Ahora, lo que hicimos fue armar CABA-GBA. Entonces, está Zona Norte, Oeste y Sur.
Fue un proceso primero nacional, después territorial y ahora volvió a ser lo más tradicional. Digo que fue muy loco porque lo que suele suceder primero es el aspecto territorial. Y después se arma una red.
Ahora estamos en una tercera etapa que es la de la conformación de regionales. Buscamos unirlas y traerlas a la línea nacional: que conozcan, que se interesen y que tengan ganas de integrar esta línea nacional. Federal.
El año pasado, después del tercer año, tuvimos el primer encuentro nacional presencial y fue una cosa muy emotiva. Éramos noventa inscriptos y después fuimos un poco menos. Fue muy lindo vernos todos juntos presencialmente.
En lo que respecta a la conformación: ¿creés que había una subjetividad que no estaba representada?
HIJOS tuvo eso de nueva generación, en su momento. Tenían otro tipo de reivindicaciones más asociadas al plano político general. Durante la resistencia de los 90’, HIJOS ya tenía una impronta de formar parte de eso, enfrentando al neoliberalismo.
Creo que en NIETES hay una continuidad con HIJOS muy fuerte en ese punto.
Porque eso es algo que venimos planteando: recuperar las identidades políticas. HIJOS tuvo como novedoso recuperar la identidad política de sus padres. Hay una ruptura con esa visión de la buena víctima. Anteriormente, se había dejado de lado la pertenencia política y se recuperaban cuestiones de lo laboral, aspectos de la personalidad o su profesión. HIJOS recupera esta dimensión.
Durante una formación, algo que conversamos el año pasado era pensar la tarea de NIETES en relación a recuperar las identidades políticas de las organizaciones, ya no en términos individuales de los desaparecidos, sino organizacionales. Es una tarea que estamos en camino con las formaciones, con Santiago Stavale que es historiador y labura el PRT principalmente, pero nos interesa la diversidad de organizaciones porque eran muchas más que Montoneros y ERP.
Esta dimensión de las organizaciones que buscamos recuperar también pretende desarmar ese tabú en relación a la lucha armada, porque es un tema incómodo y difícil de abordar. Y nos estamos formando también para eso, para poder enfrentar ciertas discusiones que todavía quedan pendientes.
Esta cuestión ha sido terreno para la base de una derecha que da respuestas a eso que a veces desde nuestro campo no queríamos o no dejábamos el lugar, no buscábamos responder.
Entonces, el nuestro tiene que ver con un trabajo de formación en lo que fue el contexto donde se inscribieron esas luchas: los contextos de lucha, los proyectos políticos, la proscripción y la seguidilla de golpes de Estado.
Y podemos ser críticos también. No es necesario reivindicar en su totalidad ese proceso. Creo que esa es la tarea nuestra y por las juventudes. Hoy la voz nuestra puede tener un lugar privilegiado para hablarle a las nuevas generaciones. Se trata de una transmisión intrageneracional. Es intergeneracional porque es hacia las próximas, pero también nuestra tarea es muy mano a mano con nuestros pares.
Ahora me siento más grande, pero creo que ese es un laburo de entre pares, que es necesario por cómo avanzó el negacionismo en nuestra generación. Es una generación que ya está alejada de la Historia y que ve ese proceso como totalmente pasado. Entonces, el negacionismo ahí puede ganar mucho terreno por eso, porque queda lejos.
Foto: La Tinta
¿Cómo fue el antes de llegar a NIETES? ¿Cómo fue para vos transitar esa dicotomía entre lo público y lo privado en relación a tu historia familiar?
Cuando era chiquita siempre se habló en mi casa sobre esto. Todos los 24 de marzo, más que nada mi mamá. Mi viejo estaba más metido en sus cosas, en su militancia. Mi viejo formó parte de HIJOS y después también siguió militando en otros espacios. Y está muy en la militancia. Yo nací en el 96’, me tocó vivir de chica el 2000 y el 2001. Mi viejo tenía un comedor en el barrio. Tengo consciencia de eso. De las marchas, de la violencia, la represión. Me acuerdo mucho porque obviamente me daba miedo, porque sabía que mi papá estaba ahí.
Mi mamá siempre nos decía: “Hoy que es 24 de marzo tienen que hablar de esto en la Escuela”.
Me acuerdo que una vez una docente me dijo: “No venía preparada para eso, pero bueno”. Era venezolana. Entonces, claro, tenía que ponerse a hablar de nuestra Historia. Daba Construcción Ciudadana. Yo la dejaba hablar, pero la interrumpía ochenta millones de veces. Yo tenía mucho contenido y esa sensación de que eso que quedaba en lo privado no lo podía sacar fácilmente.
Me acuerdo la sensación de querer hablar de todo eso que formaba parte de la vida privada y de lo que todavía no sabía. A lo sumo, hablaba de política. Les preguntaba a mis compañeros qué pensaban de los piqueteros. No les hablaba tanto de la historia de mi abuelo, pero sí de lo que yo vivía en mi casa en relación a las marchas.
Esa era la estigmatización en ese momento. Me acuerdo que les preguntaba qué pensaban sobre los piqueteros a las familias de mis compañeros. Y por ahí me decían: “Son lo peor que hay, que no nos dejan llegar al trabajo”.
Entonces me quedaba esa sensación de que no sabía si estaba bien o no lo que hacía mi papá, siempre tenía dudas. Decía: “¿Por qué no puede ser un papá normal? ¿Por qué se tiene que pelear con la policía?”. Para mí era re difícil entender.
A la vez, yo iba al comedor a jugar. Era a la vuelta de mi casa. Iba sola. Me sentía súper independiente. Veía a los pibes chiquitos muy mal, muy mal. Me impactaba mucho. Yo tenía seis, siete años. Todavía me acuerdo de esos pibes con hambre.
Fue la infancia política, si se quiere. En la escuela era otro mundo. En la secundaria, en el último año, ya empecé a contar un poquito más de la historia de mi abuelo y de una prima de mi mamá también desaparecida en la secundaria, en Banfield.
El último 24 de marzo llevé una foto de la prima de mi mamá. Se querían mucho. Ella era de la ciudad y mi mamá de un pueblo. Entonces, la prima le cantaba las canciones de Sui Generis. No llegaba esa música donde estaba mi mamá. Esas cosas me siguen pareciendo muy fuertes.
A la vez, me pasó de haber vuelto a ver a un compañero de la secundaria y que me haya dicho: “Yo no sabía”. Y un docente, también. Cuando empecé con NIETES, este profesor me escribió: “Hola, Ana, nunca hablamos de esto”. Era un docente de Política, con el que yo tenía super relación. Yo participaba en los actos del 24 de con él. Para mí era importante. Pero no lo sabía. Tal vez no hablaba mucho. Yo siento que sí.
Fue un proceso largo. Por eso, para mí NIETES fue un antes y un después. Fue, también, el modo de darle entidad a esto que me había pasado a mí, que no era solo acompañar la lucha y el dolor de mi papá. Había algo que a mí me había tocado también.
¿Qué pensás sobre ese rasgo familiar al que apelan las organizaciones de Derechos Humanos? Pensamos en Abuelas, Madres, H.I.J.O.S. y ahora en NIETES.
A mí, en lo personal, siempre me hace ruido esa cosa familiar. Yo por lo menos intento pensar que somos una generación de NIETES, que incluye a toda nuestra generación que en algún punto es nieta de la generación de los 70’ y de ese proceso de lucha. Por eso se conforma HIJOS en los 90’. Y por eso ahora somos NIETES de los 70’.
La intención para mí siempre es esa: pensar que nos pasó a todos, pensar que las consecuencias de la Dictadura nos atraviesan a todas las juventudes y a la sociedad en su conjunto. Y que esta tiene que ser, así como lo logró Abuelas y Madres, una lucha de un pueblo.
Lo de la cuestión familiar a mí me genera esa tensión, ese ruido porque pareciera que por momentos rompe esto. Pensar: “Bueno, no, a nosotros nos pasó distinto”.
Últimamente, lo que pienso es que es medio inevitable: que la cuestión filiatoria tiene una potencia que es inevitable, que genera en parte empatía con nuestros pares y, en parte, una sensación de identidad muy fuerte.
Yo me enteré de NIETES en 2019. Fuimos a La Plata con mi hermana por el Encuentro de Mujeres y Disidencias. Y nos quedamos en la casa de un chico y de la mamá, que es re feminista. Ahí vi el pañuelo que decía “NIETES”. Era blanco. Y yo me dije: “Ahí estoy yo, yo soy eso”. Mi hermana, después, les escribió por Instagram. Para sumarse.
Esa cuestión de la fuerza identitaria, por más que yo reniegue, que me haga ruido, que me genere una contradicción, tiene una potencia que es inevitable. Es algo que sucede, genera identidad. Un montón de pibes y pibas se siguen sumando.
Cada 24 de marzo hay chicos y chicas que nos escriben para sumarse porque quieren pensar su historia, porque quieren un espacio de pertenencia, de militancia, y quieren hacer algo.
Para mí es importante que podamos generar una conciencia a nivel general, social y generacional en la lucha.
Nos gustaría profundizar un poco sobre esta cuestión generacional de NIETES que nos comentás y sobre esto que también nos decías: “Madres tuvo su lucha en su contexto, como Abuelas e HIJOS”. ¿Cuál sería el trabajo de Nietes en relación a su presente?
En principio, la cuestión del negacionismo y esa avanzada negacionista, relativizadora y banalizadora del pasado. Ese es principalmente nuestro foco, nuestro desafío. Y después la cuestión de los feminismos. Nuestra generación trae eso con mucha fuerza: pensar en las demandas del feminismo, pensar en la memoria con una perspectiva de género, recuperar el lugar de las mujeres, recuperar el rol de las compañeras que militaron en los 70’. También es importante ser críticos de esos procesos, de esos roles, de la militancia también y es central pensar los Derechos Humanos en un sentido amplio.
Entonces, ahí también están los feminismos: cuestiones que hacen a problemáticas que sufren violencia institucional, las juventudes, los jóvenes. Creo que eso es lo que trae como generación: demandas en clave de los jóvenes.
Pero, sí, creo que el feminismo es una de las cosas principales. El 8 de marzo marchamos con una bandera: “Soy feminista porque tengo memoria”. Tiene que ver con recuperar las luchas de nuestro pueblo.
Ponemos el foco en entender que las libertades que tenemos hoy son por las luchas que se dieron antes. Y ahí tenemos que estar.
Se trata de pensar en las demandas actuales, siempre con una comprensión de dónde vienen estas libertades que tenemos hoy. Estos derechos son procesos de lucha, no son apariciones espontáneas, tienen que ver con quienes lo han demandado, y recuperar esas luchas de esas mujeres, en este caso.
Creo que esa es la línea de NIETES. También estuvimos bancando el proceso por la despenalización y la legalización del aborto, recuperando también las identidades de las personas desaparecidas del colectivo LGBT. El año pasado fuimos al Encuentro de Mujeres y Disidencias como NIETES por primera vez.
Hay algo que es definitorio que ya está en el nombre que eligieron. Eligieron el lenguaje inclusivo. Esto hace que la construcción y la reconstrucción de la identidad sea mucho más amplia.
Pensar la memoria con perspectiva de género. De eso se trata.
Volviendo al negacionismo y al modo oficial en que es introducido en la agenda actualmente, ¿cómo transitan que el Estado vuelva a tener este discurso?
El 2019 para NIETES fue un momento de sentir que el Estado empezaba a avanzar en una mirada negacionista o banalizadora. Hago esta distinción porque a veces el negacionismo no es que niega sino que banaliza, justifica, relativiza. Es distinto pero a todo le llamamos negacionismo. Y se veía eso en el Estado. Fue un cambio de etapa muy importante. Ahí, en el 2019, se conforma NIETES. Pensemos lo que fue el intento de avanzar con el 2x1 para los genocidas. Eso fue un hito. A partir de esto surgió la necesidad de decir: “Hay que armar algo porque hay que darle fuerza a esta otra visión de la Historia”.
Hay una batalla que siempre está en tensión, siempre está la cuestión de la disputa del sentido. Estos discursos siempre estuvieron pero estaban marginalizados. A veces se plantea que se armó un consenso. Pero la realidad es que nunca hubo un consenso alrededor de eso. Esto siempre existió. Eran marginales. Lo que les da hoy un Gobierno de derecha es un lugar no marginal a estos discursos y habilita. Legitima que se expresen y que no sean sancionados socialmente.
Por otra parte, ahora se dicen cosas que si se decían antes uno se quedaba sin amigos (risas). Pero existe un aval ahora. Un poco se produce así ese sistema. Hay dos partes, hay una legitimidad por parte del Estado, pero también ya estaba esto por abajo, que sí existía pero de forma marginal. Ahora es todo más explícito. Más intenso.
La batalla es desde el plano del sentido. Hay que darla. Creo que la militancia es eso en definitiva: discutir, argumentar, laburar con archivos.
Durante el Encuentro Nacional hicimos un taller sobre el negacionismo. Identificamos los focos por dónde ataca.
Uno es: “No fueron 30.000”. Entonces, sobre esto pensamos en: “Bueno, tenemos archivos que dan cuenta de dónde surge la cifra 30.000”. No es: “Bueno, es una cifra simbólica y no importa si son 9 o 30 porque es un horror igual”. Porque están los archivos. Están los archivos desclasificados de Estados Unidos, la carta de Rodolfo Walsh, hay otros más. Tenemos ciertos documentos que dan cuenta de esa cifra. Tenemos el RUVTE que es el Registro Unificado de Víctimas del Terrorismo de Estado. Bueno, laburar con datos, con archivo, es una manera de enfrentar eso.
Después hay mucho foco en el “curro de los Derechos Humanos”. Ahí la idea es poder explicar un poco todo lo que fueron las indemnizaciones, qué sentido tuvieron, cómo afectó económicamente a una familia la desaparición del jefe del hogar, por ejemplo. Cosas que capaz no nos ocupamos de responder y es importante responder a esas sospechas del “curro de los Derechos Humanos”, al “no fueron 30.000”, al “hubo otras víctimas”.
Y sí, hubo otras víctimas. Existió la guerrilla.
Esos focos donde se arma el discurso negacionista: tenemos que ir pensando cómo responder a cada cosa. Creo que el “hubo otras víctimas” es algo que también tenemos que respetar. Hay otros familiares y hay otros dolores. Entonces, ahí hay que tener una empatía.
Después está la teoría de los dos demonios. Ahí es necesaria una contextualización. Son temas a los que tenemos que darles lugar y darles entidad porque, de lo contrario, estas cosas son muy difíciles de desactivar.
Para finalizar esta conversación, queremos hacerte una pregunta sobre una preocupación que tiene la revista. Más allá de que nosotros creemos que hay otros futuros posibles que no tuvieron la misma visibilidad que se ofrece hoy, actualmente existe una visión de crisis del futuro. ¿Cuál es el futuro por el que trabaja hoy, ahora, NIETES?
NIETES lucha por la transformación de esta sociedad, sin dudas. Es la lucha por pensar desde lo humano, desde una perspectiva de los Derechos Humanos. Recuperar este aspecto es central. Esa sería la transformación que hace falta: recuperar otra lógica por fuera del mercado, por fuera de lo rentable.
Hay otra racionalidad que tiene que ver con el Buen Vivir. Esto es algo que señala Pérez Esquivel. Los feminismos también hablan de eso, del Buen Vivir.
Somos apartidarios pero no apolíticos.
De parte de NIETES, hay algo de querer acercar la política como una herramienta transformadora a nuestra generación. Una generación a la que la política tradicional no le cierra, no le gusta, no le parece o no la hace sentir cómoda.
LEAN ALBA
Oriundo de la República separatista de Haedo.
Trabaja como editor en un portal de noticias. Colaboró en distintos medios, como Cosecha Roja, Perfil, la revista Cordón y Hamartia. Se formó en medios alternativos, como la FM Fribuay y fue columnista en la radio de Las Madres AM 530, entre otras.
Escribe ficción. Quiere escribir un cuento cuyo narrador está siempre apremiado por el tiempo. No encuentra cuándo.
PAZ SOLÍS DURIGO
Es Licenciada y profesora en Letras, y maestranda en Estudios Literarios Latinoamericanos.
El amor a las palabras de sus abuelos del litoral argentino la impulsó a aprender su lengua: el guaraní. Hoy, se dedica al estudio de la poesía en este idioma.
Se crió con el sonido de su padre misionero en Buenos Aires saludando a todo correntino, misionero o paraguayo que se cruzara: "mba'e la porte, chamigo". Pero su frase favorita era cuando él le avisaba que "en un sapy'aite" ya estaba la comida, y era mandioca, chipa o reviro.
Su verdadera pasión es la música. Compone canciones y publicó su libro de poemas en guaraní y en español Contra todos los males. También co-fundó y co-produjo los ciclos de literatura expandida Bajo el cielo la llama y Caña con ruda.
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