En el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, Mariela Tulián reflexiona sobre la historia de la comunidad “Tulián” de la que forma parte. Frente a la injusticia y a la violencia colonial, la resistencia de su pueblo por la posesión de su territorio ancestral es un ejemplo más en un diverso y vasto universo de luchas indígenas invisibilizadas por la Historia Oficial, que bregan por salir, y que asimismo están escritas en su Memoria Genética y los determinan guerreros.
por Mariela Tulián
La Comunidad Indígena “Tulián,” habita un pequeño paraíso entre las sierras del cordón montañoso del Cuniputo, en el noroeste de Córdoba. En la localidad hoy llamada San Marcos Sierras.
La belleza del territorio, con sus ríos y sus sierras, nos hace una localidad valorada por el turismo rural, pero para nuestra protección, el territorio no tiene potencial para el monocultivo sojero de casi toda la provincia. Por otro lado, el aislamiento geográfico también fue de valor incalculable a la hora de escribirse nuestra historia.
A la llegada de los españoles, el territorio fue nombrado “Provincia Tulián”.
Siglos después, el geógrafo Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, elabora en España, entre 1765 y 1775, un mapa grabado de grandes dimensiones, donde nos incluye. Este mapa, reconocido como el mapa de América Meridional, es considerado el más completo de su tipo y en su época, previo a la utilización de métodos cartográficos contemporáneos.
En los primeros censos de población que llegan al territorio, desde aquellos primeros censos, hasta alrededor de 1.589, los hijos del territorio éramos registrados con nombres de pila cristianos y la denominación “de Tulián,” como apellido, “por ser indios libres”. Para citar como ejemplo sólo un expediente significativo del Archivo Histórico, citamos el correspondiente al año 1.594, legajo 4, expediente 11, escribanía 1º; pero hay una infinidad de estos registros. Con la castellanización, fue eliminado el “de,” que hacía alusión a la pertenencia, y sólo nos quedó el Tulián como orgulloso apellido “natural”.
Pero existe además, una capítulo de nuestra historia, que nos define mucho más allá, y es el juicio que nuestra Comunidad inicia a la Corona Española para el reclamo de propiedad y posesión de nuestro territorio.
El expediente de este proceso judicial, se encuentra en el Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba, en el legajo nº 37, del año 1809, escribanía 4; con la denominación: “Causa que promueven los indios del Pueblo de San Jacinto contra los dueños de la Estancia de San Marcos.”
Este proceso judicial es iniciado por Francisco Tulián, Casqui Curaca mayor, autoridad máxima de la Comunidad, por aquellos años y quien es para nosotros, el primer abogado indígena de la historia.
La escritura del expediente la comienza de su puño y letra, Don Rafael de Sobremonte, Virrey Gobernador y Capitán General de las Provincias del Río de la Plata y sus Dependientes, el 23 de enero de 1.804.
El 3 de septiembre de 1804, el juez de comisión, don Julián Núñez, comienza la mensura del pueblo, que termina el día 17 de marzo de 1806. Aquel mismo día y por orden del Marqués de Córdoba, este mismo comisionado hace entrega, en la plaza del pueblo, de los títulos de propiedad de este territorio al Casqui Curaca Francisco Tulián.
A lo largo del expediente queda documentado un procedimiento impecable, mediante el cual, el territorio es expropiado por la Corona Española, que paga un valor total de $ 1.000 pesos a los antiguos dueños de la Estancia y $ 500 pesos a la Iglesia de Santa Catalina, por el edificio de la Capilla, para ser igualmente entregada a la Comunidad.
El abogado y agrimensores son pagos por la propia Corona y la Comunidad es exenta del pago de impuestos. Y finalmente, los españoles dispersos en el territorio, son reubicados, para cerrar el expediente el 6 de noviembre de 1.809.
Pero en 1893, cuando se manda a disolver todas las comunidades indígenas argentinas, con la ley 854 del gobierno de Julio Argentino Roca, San Marcos Sierras fue parcelado y tan sólo una mínima parte de las tierras que pertenecían a la comunidad quedaron en posesión de muy pocos de sus legítimos dueños, una gran mayoría de las parcelas fueron dadas en recompensa a algunos hombres que prestaron servicio al gobierno en la participación de las guerras que se sucedieron en la época, el resto de los lotes fueron rematados en Buenos Aires.
En la actualidad, la Comunidad Indígena Tulián, sigue reivindicando nuestro territorio ancestral.

En este juicio histórico del 1.800, único caso por el cual una Comunidad Indígena recibió un título judicial, que no prescribe desde el punto de vista puramente legal y técnico; se presentaron evidencias contundentes que demostraron la legítima posesión ancestral del territorio por parte de la Comunidad. Desde el liderazgo del Casqui Curaca Francisco Tulián, quien inició este proceso, hasta los diversos decretos y acciones legales emitidos por autoridades coloniales como el Marqués de Sobremonte, queda claro que la reclamación de estas tierras tiene fundamentos sólidos en la historia y la ley.
El expediente detalla cómo la Comunidad fue desposeída de su territorio por colonizadores españoles, representados por figuras como Don Pedro Toledo Pimentel, quien nunca habitó estas tierras pero las reclamaba como propias. A través de maniobras legales y presiones, se intentó justificar la usurpación de tierras que ancestralmente pertenecían a nuestro Pueblo, lo que finalmente se llevó adelante, con toda la fuerza del ejército argentino, en 1982.
Sin embargo, la resistencia y la lucha de la Comunidad fueron inquebrantables. Desde la presentación de autos y acciones legales, viajes a lomo de burro hasta incluso, el Virreinato del Perú, se evidencia la determinación de la Comunidad por recuperar lo que legítimamente nos pertenecía.
El proceso de devolución de estas tierras no solo representa un acto de justicia histórica, sino que también simboliza la autonomía y el autogobierno de un pueblo indígena. La posesión final del territorio el 17 de marzo de 1806 marcó un hito en la historia de la Comunidad, representando nuestra emancipación y nuestra capacidad de autodeterminación.

Hace siglos, esperamos por la reparación de las injusticias del pasado y garantías por el respeto y la protección de los derechos de los Pueblos Indígenas.
En el mundo, la Revolución Francesa fue el comienzo de un proceso de luchas emancipatorias, con su invasión a España incluso, dio inicio de un sueño de libertad en toda Abya Yala. En 1810, con el acontecimiento de la revolución de mayo, comienza un proyecto, una gesta revolucionaria por “el proyecto de los Pueblos Libres”, era el sueño y un proyecto realizable, y cada Nación comenzaba a luchar por ese sueño. Pero para nosotros, ya era una realidad. Un sueño que nos truncaron, pero que nunca vamos a abandonar.
“Aquello que te he contado:
Nos define mucho más allá y nos determina mucho más en el presente,
nuestra historia ancestral, un legado que nunca es ausente.
En cada rincón del alma, en cada paso que damos,
resuena el eco de nuestros antepasados.
Somos la voz de los que lucharon, de los que resistieron,
nuestro espíritu nunca ha sido vencido.
En cada verso, en cada canción, en cada baile, en cada gesto,
se refleja el orgullo de nuestro pueblo en todo momento expuesto.
Así que no nos limites a una página del pasado,
somos la fuerza que en el presente ha despertado.
La historia nos fortalece, nos guía en la oscuridad,
somos la luz que ilumina el camino con tenacidad.
Porque somos más que simples nombres en un archivo,
somos la esencia de una cultura que no se inhibe.
Nuestro legado trasciende, nuestro presente nos define,
somos la voz de nuestros ancestros, un eco que nunca se extingue."

En el contexto del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, es fundamental reflexionar sobre nuestras historias, la de la Comunidad Indígena "Tulián", enfrentando la injusticia y la violencia colonial en nuestra lucha por la posesión de nuestro territorio ancestral, es un ejemplo más, en un diverso y vasto universo de luchas Indígenas. Luchas invisibilizadas por la Historia Oficial, luchas que bregan por salir, como los terribles relatos de las Masacres de Napalpí y Rincón Bomba, luchas escritas en nuestra Memoria Genética y que nos determinan guerreros.
Los Estados nos deben reparaciones históricas y un nuevo Contrato Social que está cada día más lejos, con un actual gobierno nacional negacionista y de ultra derecha. Un gobierno que promete la quita de los más esenciales Derechos Humanos y la aniquilación de toda dignidad para todos los Pueblos del país.
Pero este relato que les compartí, ilustra cómo la memoria histórica también puede ser una herramienta para confrontar las atrocidades cometidas contra los Pueblos Indígenas y la importancia de buscar la verdad y la justicia para sanar las heridas del pasado. Entonces sanemos através de la resistencia.
En este día de conmemoración, honramos la memoria de quienes han sufrido injusticias y renovamos nuestro compromiso con la construcción de un futuro más justo y equitativo para todos.
MARIELA TULIÁN

Casqui Curaca (lideresa) de la Comunidad Indígena “Tulián.”
Mariela es Profesora de 1º y 2º Ciclos de la EGB. Escritora, poeta, historiadora e investigadora.
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