top of page

Temporada de pejerreyes: un capítulo de la nueva novela de Belén Longo

  • Foto del escritor: Belén Longo
    Belén Longo
  • 30 jul
  • 5 Min. de lectura

La Lechiguana te adelanta un fragmento del primer capítulo de Temporada de pejerreyes (ed. Promesa), la nueva novela de Belén Longo que se encuentra en pre-venta y que puede comprarse a través de este link:




SOBRE LA NOVELA

ree

Para adentrarnos en la historia, en su contratapa, Germán Amato nos cuenta que "en Temporada de pejerreyes el conurbano aparece con toda su potencia y complejidad de disputa simbólica. Gregorio, personaje con el que comienza esta novela polifónica, podría ser una reelaboración actual del Ismael de Moby Dick, con una dosis del Quijote: quiere que las cosas salgan bien, arreglar lo torcido, y para eso se zambulle en cada desafío aunque a pocos le importe el hacer correcto en un lugar tan abandonado. También está Dolores que podría ser un capitán Ahab que pierde, en vez de una pierna, a un ser muy querido. Su barco es su casa natal viniéndose a pique. Y, en vez de una ballena blanca, hay un Gran Pez que es el conurbano. Como una Moby Dick suburbana, todo lo cuida y al mismo tiempo lo destroza, lo deglute y lo transforma para que nazca de nuevo, lo distinto, como dice una banda conocida, es para bailar hoy en la nave del olvido. Olvido, no como desmemoria, sino como descanso de lo vivido, para recrear hasta el infinito las pequeñas perlas que nos permiten seguir adelante".


Asimismo, Mariana Mariasch sostiene que la novela "es una invitación a mirar de frente las heridas y acariciar las cicatrices. Como los peces del título, las historias que componen este libro alcanzan destellos en la superficie, pero se esconden oscuras en las profundidades. Hay una casa a medio construir y otra en rotunda decadencia. También hay perros, lluvias, hermanas, bizcochos, un limonero, brasas. Un paisaje conurbano plagado de carencias. Y está el lenguaje, ese elemento que Belén Longo trabaja con la precisión de quien sabe usar la plomada y la tanza. Aquí la escritura no adorna: pone en palabras lo que está mal armado y lo que podría haber sido mejor. Belén escribe como quien desmonta: cada frase es un ladrillo que se saca para mostrar la humedad de fondo. El lenguaje acompaña a los personajes como la linterna de un minero, que no ilumina todo, pero alcanza para seguir cavando. Esta novela es una bomba lenta. No grita, no exagera, no romantiza. Temporada de pejerreyes es también una novela 'sobre el pasado para hacer de él lo que se pueda'. Sobre la dificultad de armar algo cuando todo alrededor parece torcido. Es una novela sobre lo que se tambalea. Sobre las estructuras internas y externas que no resisten una tormenta más. Sobre los que alguna vez creímos que las cosas se pueden arreglar. Y que la casa es un lugar al que volver, aunque todavía no sepa cuál es".



"TEMPORADA DE PEJERREYES": FRAGMENTO DEL PRIMER CAPÍTULO

Belén Longo
Belén Longo

Gregorio da vueltas en el Duna, su Perla Negra. Va y viene por la calle de las casuarinas. En cada esquina estira el cogote. Mira para todos lados buscando algún cartelito. La 513 tiene que ser la segunda después del asfalto, pero los matorrales están descontrolados y comieron mitad del camino. Estaría tentando a la suerte si metiera al Perla en el malambo de pozos y barro. No va a arriesgarse. Podría rayar el negro inmaculado o romper los amortiguadores.


La calle de los árboles altos es tranquila. Escucha el canto de los benteveos y los teros, como en vacaciones, como los días de pesca en que anda relajado y la cabeza vuela con los pájaros. Así fue aprendiendo a diferenciarlos, pateando los campos en busca de las lagunitas, levantando ramas para prender un fuego. Tiene que volver, les debe a los nenes un fin de semana por ahí, cerca de Chascomús, en los charcos que conoce sólo él. Se fue el invierno y, con él, la mejor época para levantar pejerreyes. Le vendría bien una salida con los chicos para sacarse la mufa de encima. No necesita más que subir las cañas al Perla para cambiar el humor.


Al trabajo y dejar de pavear, como dice la vieja que todavía lo tiene al trote. Es que necesita del empujón cada tanto, como ahora, que no se acuerda el teléfono de la arquitecta ni cómo lo agendó. La arquitecta, amiga de… conocida de… Se toma unos segundos para pensar. Baja del auto y prende un puchín. El invierno, que parece no querer irse en primavera, se le mete en los huesos, eso le gusta, no como cuando viene el calor que anda hirviendo y derretido. Para frenar a los chuchos hay que activar la sangre así que frota las manos y las presiona una sobre otra. Es lo que hay que hacer, aunque duelan las palmas rasposas de máquina y cemento.


El frescor y el cigarro despejan las dudas. Miguel, el amigo que estaba pegando buenos trabajos y no tiene tiempo para agarrar nuevos. Él fue quien le pasó su teléfono. La tiene agendada como “Arquitecta Migue”.


Mira el reloj, está bastante atrasado. Borra y escribe, borra y escribe y al final lo despacha. Buenos días arquitecta, estoy en Abasto, páseme la dirección o un mapita así me ubico. ¿Usted ya está ahí?


Se olvidó rápido cómo hablarles a los jefes. En la obra hay uno que manda, uno más arriba que los demás, igual que en todos lados. Desde que lo rajaron de Frávega perdió la costumbre de tener a alguien oliéndole la nuca, dándole órdenes, como si supiera más que él. Hace tiempo que anda de changa en changa, un laburito de albañil, otro cortando el pasto y en el mejor de los casos, la herrería, el oficio que conoce desde chico. Lo que siempre es igual es que es su propio jefe, nada mejor que seguir su intuición y sus tiempos para hacer las cosas. Los laburos fijos ya no se dan, así que se maneja con lo que va saliendo y estira el mango hasta lo que dé.



BELÉN LONGO

ree

Es abogada y escritora. En su casa de Laferrere, donde creció, había un rincón frente a un ventanal grande, sobre una alfombra mullida. Ahí podía estar todo el día, entre el sonido de la vuelta de la página y el del tren llegando a la estación, a tan solo unas cuadras.

Su primera novela, Donde Mueren las mariposas fue ganadora del Premio Futurock Novela 2019 con el jurado compuesto por Mariana Enríquez, Juan Diego Incardona y Gabriela Cabezón Cámara. También escribió cuentos, como "Cosas nomás" que forma parte de la antología Quilmes a Contar de Editorial Ciccus y participa en revistas digitales. 

Temporada de pejerreyes es su segunda novela, pero segundas, terceras o cuántas sean, siempre son y se sentirán como las primeras.

Comentarios


bottom of page